NO SE POR CUANTO TIEMPO. LAS COSAS CAMBIAN DEPRISA AHORA. DEBEMOS ESTAR MAS CONSCIENTES QUE NUNCA DEL MOMENTO QUE VIVIMOS.
Mi madre tenía una técnica muy efectiva para hacer su receta de caracoles.
Cuando nos ibamos al campo los domingos a pasar el día, con otras familias y todos los niños, los caracoles de mi madre causaban siempre sensación. Los de las demás mamás estaban encogidos dentro de sus conchas y a veces duros, con lo cual se necesitaba usar el palillo para sacarlos y poderlos comer. Los de mi madre en cambio presentaban todo el cuerpo carnoso, hinchado, limpio y tierno fuera de la concha, incluso tenían los cuernos tiesos, erguidos, como si estuviesen observando atónitos a su alrededor; como si estuviesen vivos todavía. Era una técnica muy estudiada durante años de cocinera y no tenía ningún inconveniente en explicar a todo aquel que demostraba su admiración.
1- Primero se dejan 3 o 4 días colgados dentro de una red para que “se purguen” (yo no sabía entonces que purgarse significaba estar sin comer unos días para vaciar completamente el intestino).
2- Después se lavan con sal varias veces para que suelten todas “las babas”. (Mamá, ¿por qué a mí no me lavas con sal? ¿Porqué yo no tengo babas? – No hija, no, es que la sal escuece mucho. – A vale. -Y ya me quedaba yo toda la tarde con la congoja del sufrimiento y escozor caracolil.)
3- Luego para que saquen la molla se ponen en un cacharro con agua con el borde untado de sal para que no se escapen. (Yo me dedicaba a quitar la sal a ver que pasaba y mi madre me tiraba la zapatilla (1) desde la cocina cuando se encontraba el techo y las paredes tapizados de caracoles en plena huída).
4- Y para terminar, se ponen en una cazuela con agua al fuego muy lento. Como ya estan medio ahogados con el cuerpo hinchado y fuera no se dan cuenta de que la temperatura sube lentamente y se quedan así. Si se pusiera el fuego fuerte se esconderían en seguida. Ahí está el truco! Luego se les hace una salsita y listo. (Tengo que decir que después de ver todo aquello no volví a comer caracoles.)
[1] Tirar la zapatilla: deporte nacional muy popular entre los años
Mi madre no sabía (ni sabrá ya nunca afortunadamente) que esa técnica culinaria suya está siendo utilizada ahora mismo por los “poderes fácticos” contra el pueblo.
MCD, Junio 2012
15 comentarios:
Que sorpresa!!
Lo bueno en tiempos de guerra (como este) es que el futuro es incierto, así es posible vivir un aquí y ahora apasionadamente, incluso en el amor...
un abrazo..viajera.
Yo espero que los caracoles puedan salirse de sus "duros caparazones" y no aguardar ningún "rescate". Que en la cancha se ven los pingos...
Bentornada! Qué bonito rencontrarte con esta entrada nostálgico-actual. Yo también viví una infancia de deliciosas caracoladas (aún se me hace la boca agua) que se acabaron para siempre cuando comprendí el sufrimiento de los bichitos. Recuerdo el proceso tal y como tú lo explicas, y también las mascotas que yo adoptaba y que acababan huyendo por el balcón. Que toda aquella sensibilidad sólo haya servido para encontrarme en la misma situación que ellos… ¿Qué niño piadoso nos salvará de la olla?
Sobra decir que me alegro de que hayas vuelto. Dicho lo que sobraba decir, prosigo.
Yo también fui un niño que vivió en el reino de las zapatillas voladoras que, para disgusto de mi madre -asaz pitcher-, aprendí a recibir en mi mano -cual entrenado catcher-.
Hace tiempo que dejé de babear delante de un plato de caracoles, quizá intuyendo que un día tratarían de aplicarme la técnica culinaria que usaba tu madre para cocinarlos.
Lo dicho al principio. Y un beso.
Fdo: Un caracol subido a una rama de hinojo, aunque no de hinojos.
Me siento reconfortada al reencontrar de nuevo a mis amigos blogueros.
Tula,
no lo había visto de ese modo. Total, ¿que podemos perder? Entregarnos al momento presente con pasión, y por supuesto amor, es lo mejor que podemos hacer.
Abrazos.
Darío,
queramos o no nos "rescatarán", así que lo dicho: amar en tiempos de guerra.
Besos.
Hiniare:
que bueno formar parte de ese pasado común a tantos de nosotros.
Besos
Querido Caruano,
por supuesto no sobra nada de lo que dices.
Un placer reencontrarte por aquí.
Quiero una acuarela del caracol en la rama de hinojo... si?
Besos
...Ya está todo perdido, desde el momento en que naces ya estás condenado y has perdido la batalla con la muerte, solo queda vivir un aquí y ahora ya que es lo único que puede traer pasión a la vida, la conciencia de la muerte es la clave para la vida.
Ya estamos en Babel, miremos alrededor y ¿que vemos?...el tiempo se agota.
un abrazo.
No es una acuarela pero... ¿te sirve este caracol?
Beso.
Olvidé decir que pincharas sobre "este caracol"
Tula,
es un juego, una comedia o un drama, el teatro de la vida. Toda una vida es solo un fotograma de nuestra auténtica naturaleza. No podemos ver el todo. Igual que una hormiga tiene su propio universo a su medida, nosotros tenemos el nuestro de "humanos"... y sin embargo.... !se mueve!jajjaja, no me rindo yo.
Tengo esperanza, a pesar de la muerte, a pesar del sufrimiento. Qué sería del placer sin el sufrimiento? La dualidad es lo que nos mata. Bueno y paro ya que me embalo.
Otro abrazo para tí
Caruano,
me encanta el caracol con su calabaza, solo una pregunta, si la calabaza era antes una carroza... ¿que era el caracol?
Besos
En ese mundo transformista del cuento de la Cenicienta, el caracol es el único bicho humilde que se conforma con poder deslizarse por su calabaza (podríamos convertirlo en algo atractivo pero... pa' qué.)
Besos.
Querida hormiguita, un placer volver a verte activa por aqui! Un abrazo muy fuerte.
Recuerdo a mis abuelos con una gran cacerola de latón "engañando" a los caracoles al sol con el borde untado en una pequeña montaña de sal.
Me ha encantado recordarlo.
Pues eso, que encantada de haberte conocido esta tarde y de tener tu blog conectado; para cuando actualices por aquí estaré.
Besos
Anna J.R.
Yo digo lo mismo que Anna Jorba. y si encuentro tu email, de paso te mando un par de fotos. encantada de haberte conocido.
Feliz año. Un gran beso.
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