CAJÓN DE SASTRE DE UNA HORMIGA DISIDENTE







miércoles, 23 de marzo de 2016

LA NUEVA VOLUNTAD




Alguien me empuja hacia arriba por una pendiente de verde pasto. Hay una zanja. No es muy ancha, pero cruzarla es difícil. Esta difícil zanja esta en la cima de la colina, llena de osamentas de animales prehistóricos. Restos de cosas violentas, de bestias de presa, monstruos, serpientes. Yacen hasta en lo mas profundo del abismo. Hay un tablón para cruzar la zanja, pero el aire parece estar saturado de un poder que restringe, como la invisible influencia de un poderoso magneto. Y esto es lo que me retiene, junto con el temor de salvar la zanja, aunque no sea muy ancha. No podría decir por cuanto tiempo, pues en todo esto hay un tiempo poco ordinario. De pronto veo que la he cruzado, me veo al otro lado. ¿Que visión tan maravillosa es la que contemplo? Veo a alguien que instruye y prepara a unos reclutas.
Eso es todo. A primera vista nada hay de maravilloso en todo esto. El hombre sonríe. Da a entender, de algún modo, que no abriga muchas esperanzas de que esto de resultados. Parece no afectarle. No manifiesta la menor impaciencia cuando le tratan groseramente. La instrucción ya casi ha terminado, pero esto tampoco le afecta en lo mas mínimo. Es como si dijese: "Bueno; esto es algo que hay que hacer. No podemos esperar gran cosa. Hay que ayudarles, aunque no quieren ayuda". Lo que mas me impresiona es su invulnerabilidad. No le hiere el escarnio ni le enoja la falta de disciplina. Posee algún extraordinario poder que casi no usa.
Me maravilla que pueda hacerlo así. No podría yo realizar tan ingrata tarea. Sigo mi camino y, al cabo, llego a un lugar que tal vez sea una bodega donde se guardan barcos. Mas allá esta el mar.
Cuando despierto, pienso en este hombre. Lo que hace es tan completamente distinto a lo que haría yo. Precisaría una nueva voluntad.
Esto significa que tendría que ir en un sentido contrario al que siempre he llevado. Y mucho he pensado en esta nueva dirección. .Como podría definírmela? Yo hubiese sido muy violento con esos reclutas. Si, eso es. Y el no demostró violencia alguna. No tenia voluntad para la violencia. Parecía purificado de toda violencia. Ese era el secreto. Esa era la fuente del extraño poder que capte en el. Un hombre sin violencia. Entonces reflexione: para poder acercarme a el tenia que cruzar la profunda zanja llena de carroñas de bestias prehistóricas, llena de las osamentas de criaturas violentas. De algún modo que ignoro se me había conducido al otro lado, y me encontré al borde de otro país, solamente al borde, pero mas allá de las bestias prehistóricas. Este era el lugar donde vivía y enseñaba el hombre no violento. Y los reclutas estaban con el. Era un lote indiferente, pero tal vez representasen a personas que con el tiempo pudieran aprender algo.
Se hallaba a punto de dar por terminada la lección. Mas allá estaba el mar, y cerca había barcos amarrados. Seguramente que cuando terminase la instrucción de los reclutas se iría a algún otro lugar, mas allá de la tierra. En cuanto a mi, se me había dado solamente un vislumbre del significado de la nueva voluntad; no era esta una voluntad que se apoyase en la violencia, ni en los propios deseos. Repito: fue solo un vislumbre. Pues bien sabia que, salvo en espíritu, no había aun cruzado la zanja llena de carroñas de un pasado violento, que no la había dejado atrás del todo. No había reclutas para mi; o bien ¿no serian esos reclutas distintos 'yo' en mi mismo a los que ese hombre procuraba instruir? Por cierto que ninguno de los barcos era el mío. Pero, en virtud de este vislumbre, se ya mas prácticamente lo que es ir en un sentido nuevo, y lo que significa una voluntad purificada de toda violencia. También se que las posibilidades para ir en pos de esta nueva voluntad y de este nuevo sentido radican en cada momento de la propia vida, y que siempre lo olvido.

LA FLECHA EN EL BLANCO, MAURICE NICOLL

1 comentario:

nomesploraria dijo...

Recordo quan reiem junts